Obama, solo está ganando el Premio Nobel que ya recibió
Por: Grabiel Peña González.
Cuando este domingo llegue a Cuba el Presidente de Estados Unidos de América, Barack Obama, en visita oficial, el calor de la repercusión del histórico suceso se deja sentir, dentro y fuera del poderoso país norteño.
En Cuba se tejen expectativas a corto y largo plazo; los más optimistas vaticinan mejoras económicas, otros, más conservadores esperan por la consumación de la estancia del primer Presidente negro de la Casa Blanca, lo cierto es que constituye el hecho mediático del momento.
Sin embargo, independientemente de las buenas intensiones y de la voluntad política de normalizar las relaciones entre ambos países, no se pueden obviar casi 207 años de intentos anexionistas de los Estados Unidos contra Cuba, pues mucho antes de que nacieran los padres fundadores de la nacionalidad cubana, ya en el Norte planeaban apoderarse de la Isla.
En 2009 Barack Obama, recibió el Premio Nobel de la Paz, por sus extraordinarios esfuerzos para fortalecer la diplomacia internacional y la colaboración entre los pueblos, según reza la escritura de argumentos.
La mayoría de los cubanos recibirán este domingo al Presidente norteamericano, con la hospitalidad que los caracteriza, pero sin servilismo, ni atribuirle el divino don de la salvación.
De seguro se concertarán acuerdos mutuamente beneficiosos, sin concepciones de principios. La bandera de la estrella solitaria continuará ondeando bajo el cielo azul de José Antonio Saco, José Martí y Antonio Maceo.
La historia de esta isla caribeña recoge más de 200 años de afanes anexionistas, ¿podremos creer ingenuamente, que la política de Estados Unidos hacia Cuba cambió?
En tal sentido José Martí, expresó: “Es probable que ningún cubano que tenga en algo su decoro desee ver su país unido a otro donde los que guían la opinión, comparten respecto a él las preocupaciones sólo excusables a la política fanfarrona o la desordenada ignorancia. Ningún cubano honrado se humillará hasta verse recibido como un apestado moral, por el mero valor de su tierra, en un pueblo que niega su capacidad, insulta su virtud y desprecia su carácter”.