El regreso del Gran Campeón
Por: Grabiel Peña González.
Foto: Pastor Batista Valdés.
Los restos mortales del Tricampeón Olímpico y Mundial Teófilo Stévenson Lawrence, yacen desde el pasado jueves diecisiete de julio en panteón familiar de la necrópolis local.
Cumpliendo su voluntad personal un reducido número de familiares y amigos trasladaron los restos de Pirolo a su natal Puerto Padre, donde quiso descansar por la eternidad.
A Teo se le veía periódicamente por las calles de la Villa Azul, con naturalidad, rodeado de admiradores, siempre jaranero, sencillo, como un citadino más.
Sin embargo su último viaje, ya sin conciencia y en ataúd, careció del calor popular que siempre le entregó su pueblo; y no es que los puertopadrenses no sepamos rendir tributo a nuestros muertos, sino porque faltó proyección gubernamental para organizar la ceremonia.
Absurdas y superficiales son las justificaciones que se escuchan. Teófilo, Teo, o simplemente Pirolo, dejó de ser patrimonio de Cuba para convertirse en una figura de dimensión universal.
Pirolo era un cubano pleno, un guajiro humilde, nacido en una familia como cualquier otra: heterogénea, diversa en lo generacional, en lo ideológico, en lo espiritual.
Los puertopadrenses no teníamos derecho a permitir que el último viaje del mejor boxeador amateur de todos los tiempos, pasara inadvertido ante su pueblo que tanto lo ovacionó y sintió el gesto agradecido y recíproco del Gran Campeón.
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WILLIAM GAMEZ RODRIGUEZ -