Entre hierros y molinos queda el espíritu de Julián Borja
Por: Grabiel Peña González.
Puerto Padre llora la perdida física de uno de sus mejores hijos, sencillez y modestia le caracterizaron, hombre integro, al que no le penetró la banalidad de las múltiples condecoraciones y títulos que mereció, entre ellos el de Héroe del Trabajo de la República de Cuba, así vivió y murió Julián Antonio Borja Cruz.
La historia de vida de este hombre que se consagró a la industria azucarera, en el central Antonio Guiteras, de Puerto Padre, es particularmente bella y sensible; de niño quedó huérfano, sufrió los rigores de la época batistiana y curtió sus manos y espíritu en el trabajo duro para ganar el sustento de la familia.
Su voluntad y afán de superación lo condujeron a duplicar horas mal pagas de labor para poder costearse los primeros estudios de Ingeniero Químico, especialidad que concluyó luego del triunfo revolucionario de enero de 1959.
Borja, como le apetecía que le llamaran, logró conocerle cada secreto a los hierros del ingenio. Su talento y capacidad creadora le ahorraron cientos de miles de dólares al país, sus soluciones técnicas y teóricas a los problemas de la industria, contribuyeron decisivamente a que el central que amó se consolidara como el mayor productor de crudo de la nación.
Julián Borja, holguinero, devenido puertopadrense, deja una familia que encabeza Miriam Peña Ochoa, su esposa, a quien reconoció de siempre como la verdadera heroína, porque en su largo andar ella ha estado ahí velando el sueño de sus hijos, también ingenieros, contribuyendo en la educación de nietos y nietas.
A los hombres y mujeres del sector azucarero, vecinos, familiares y amigos, Borja, deja el recuerdo de su seriedad y rectitud, pero también su criollismo peculiar, la utilidad de su creación y la persistencia en el trabajo.
El hombre crece con el trabajo que sale de sus manos, es máxima martiana que sostuvo Julián Antonio Borja Cruz, el Héroe del Trabajo de la República de Cuba, un hombre que resume grandeza en su obrar y que su espíritu vivirá por siempre entre los hierros y molinos del central.
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