El mayor de los Ameijeiras
Por: Gabriel Peña González.
Gustavo, era el mayor de los hermanos Ameijeiras. Nació el ocho de octubre de 1920.
Después de la partida del padre para España, su espíritu emprendedor se ahoga en la bodega de Puerto Padre.
Con 20 años de edad, decide buscar otra perspectiva para su vida, le pide dinero a la madre (María de las Angustias Delgado) y viaja hacia La Habana. Le va bien dentro de lo que cabe: gana para comer, pagar un hotel, alguna ropa y divertirse, como hombre al fin.
Su trabajo oscila entre la mecánica y chofer de taxi o particular.
Los cánticos de sirena del imperialismo lo llevaron a tierras de Estados Unidos, en busca de un nuevo horizonte.
Allí se dio cuenta de que había trabajo, pero sólo a cambio de convertirse en un ser autómata, sin otras posibilidades, frente a un reloj que marcaba y aún hoy continúa marcando en un compás enajenante, el tiempo de las mercancías.
De regreso a Cuba, parecía que iniciaba el despegue en el mundo de la libre empresa, junto a su socio Agustín, puso una academia para enseñar a manejar, ellos mismos eran los directivos, instructores, mecánicos, telefonistas, entre otras funciones, pero un buen día la policía le cerro el negocio, sin derecho a réplica.
Gustavo, fue uno de los militantes fervorosos que tuvo el Partido Ortodoxo, fundado por el incorruptible líder democrático y progresista Eduardo Chibás.
Desde el mismo 10 de marzo de 1952, Gustavo se enfrentó al batistado en son de guerra.
Fue, sin embrago, en los sucesos del Moncada, cuando estuvo a punto de perder la vida y cuando encontró su verdadero camino de revolucionario.
Al decir del doctor Jorge Azpiazo Núñez de Villavicencio, un revolucionario de dimensiones inconmensurables era Gustavo Ameijeiras Delgado.
Siempre dispuesto a cumplir las tareas difíciles y peligrosas que le encomendaba la Dirección del Movimiento 26 de Julio.
Bajo las órdenes de Melba Hernández y Lidia Castro Argote se le encargó la distribución de La Historia me Absolverá, con solo cinco pesos en el bolsillo para echar gasolina y la compañía de su entrañable compañero Santiago Ferry Rodríguez, tocando de puerta en puerta, anduvieron por toda Cuba.
Con una educación media, era un inveterado lector y su pensamiento político, estaba más allá de una concepción democrática revolucionaria.
Cuando los sucesos del Moncada, fue de los primeros que vio el motor chiquito que echaría a andar el grande. Por eso siempre tuvo en sus manos la chispa que trajo de la cárcel de Boniato y no dejó que se apagara nunca.
Al concluir la Huelga de Abril, Gustavo Ameijeiras Delgado, partió de La Habana con el objetivo de incorporarse a la guerrilla de Fidel en la Sierra Maestra. Acabado de llegar a Santiago de Cuba lo detuvieron y no se volvió a tener noticias de él.
Nunca apareció ni siquiera su cadáver. Dada la dantesca costumbre de la tiranía y el tiempo transcurrido desde mayo hasta el triunfo de la Revolución, se confirmó su trágico final.
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