Evocación por el natalicio de Hugo Chávez

Por: Rosa María Ramírez Reyes.

En la América nuestra, hoy se recuerda a un hombre grande, que supo ascender al sitial sagrado de los indelebles por su actuar consecuente y obrar a favor de los humildes; un hombre que escogió las huellas del Libertador Simón Bolívar para hacerlas suyas y encausar los pasos hacia un mismo fin: la integración del continente.

Este 28 de julio, el protector de los pueblos y consagrado luchador por los humildes, Hugo Rafael Chávez Frías, cumpliría 59 años. 

Tras batallar como verdadero guerrero contra el cáncer, falleció el 5 de marzo pasado, cuando tenía mucho por hacer todavía, pero supo delinear los caminos para que otros continúen la obra.

Sembrador de sueños y cultivador de esperanzas son calificativos que le llegarán por la eternidad desde el corazón de quienes siguen su andar firme por Nuestra América. 

Al evocar a Chávez hoy, lo hacemos por la sonrisa del infante que ya tiene escuelas, la anciana que pudo caminar, la buena mujer venezolana que tiene casa, por el joven que va a la universidad, el hombre al que le devolvió la visión, por la mirada al horizonte del obrero, el pensionado, la embarazada, el trabajador sencillo y común que edifica con sus propias manos una nueva nación, con las cimientes de Bolívar.

Con su muerte el Comandante de los cerros y la selva, comandante de pueblo, llenó de luto a la América toda, y a la vez se convirtió en guía de nuevos pasos que consolidarán la integración del continente, así como siglos atrás emprendiera la misión el Libertador Simón Bolívar.