Tras las huellas de Celia

Por: Rosa María Ramírez Reyes.

Todavía se sienten sus pasos guerrilleros, se escuchan sus dulces palabras alentando, señalando caminos nuevos, también llega el aroma de sus flores al pelo, los pasajes hermosos de combatiente.

Ella es presente y luz de futuro, porque cela Sánches Manduley se impregnó con singularidad en cada hombre y mujer que la conoció o supo de ella, también en las jóvenes generaciones que aprendieron a quererla por la valía y sencillez de su andar.

Genuina expresión de la mujer cubana, que junto a Fidel y Raúl participó en la guerra de liberación hasta sus últimas consecuencias. Después,  a partir del triunfo sobre la tiranía, permaneció durante 21 años de trabajo incesante, en la primera fila de las transformaciones revolucionarias, unida con Fidel en la vanguardia del trabajo creativo y del pensamiento más avanzado.

Celia Sánchez Manduley, nuestra flor autóctona, se forjó en principios sólidos de apego sin límites a la patria, se entregó con pasión a la nueva obra. Por eso perdura su candor extremo y  maravillosa capacidad de crear en bien común.

Fue la madre de muchos, que en el largo camino de la lucha quedaron huérfanos, la amiga intransigente y dulce de los combatientes, la leal compañera y extraordinaria guerrillera.

Este 11 de enero, al cumplirse 33 años de su partida hacia sitio sagrado para la honra perenne, Celia Sánchez Manduley continúa siendo una leyenda viva, que se multiplica en el pueblo cubano, ese mismo al que dedicó cada segundo de su fértil y entusiasmada existencia.