El trabajo comunitario: un transformador de la sociedad
Por: Lic. Idania Nieves Suárez.
Nos se trata de decirlo por costumbre o moda; tampoco es una frase manida, pero si la repetición es afirmación: los proyectos de trabajo comunitario son capaces de movilizar a la población y llevarla a la participación comprometida: ejemplos de tales afirmaciones existen a lo largo y ancho del país.
Precisamente en estos momentos _con la actualización del modelo económico cubano_ estamos necesitando de conductas que enriquezcan el programa nacional, de ahí la relevancia que cobra potenciar este tipo de trabajo en las comunidades: sin embargo, estamos ante un reto pues no siempre la población siente interés, deseos, motivaciones, de involucrarse en un proyecto de transformación comunitaria y por tanto no participa, o por lo menos la participación en su sentido más amplio: Comprometidamente.
Con estas consideraciones previas, aunque sin tratar de concluir un complejo problema_ como es la motivación de un colectivo humano _ podríamos, para analizar con objetividad precisar el concepto de trabajo comunitario: “No es solo trabajo para la comunidad; es un proceso de transformación desde la comunidad, soñado, planificado, conducido, efectuado y evaluado por la propia comunidad”.
Cabe entonces la pregunta ¿es así como se conciben todos los proyectos comunitarios?, como respuesta a tal interrogante podemos señalar algunas de los principales problemas por los cuales transita el trabajo comunitario en nuestro país.
Es muy frecuente que el proyecto sea traído a la comunidad como interés de un grupo de investigadores. El hecho de ser un trabajo para la comunidad y no de la comunidad crea corta indiferencia y rechazo a la nueva tarea, no podemos comprometernos con algo que no tiene nuestro aporte desde el inicio hasta el final.
También es cierto que durante muchos años los problemas de las comunidades en Cuba se han resuelto por el estado y esto conformó una manera de actuar un poco a la espera de las soluciones: es decir dudamos de nuestras potencialidades y de lo que el ingenio popular es capaz de hacer para resolver nuestros problemas.
Por otra parte a veces el grupo portador de la iniciativa se comporta de forma paternalista y este es otro elemento, en este caso subjetivo, que influye en la motivación y la participación popular.
Además no siempre el personal encargado de efectuar los programas en la base está calificado en cuanto a lo que a trabajo comunitario se refiere, especialmente en lo concerniente a técnicas participativas: o sea no hay creatividad, se sigue pensando en la impartición de charlas o en el aporte de elementos teóricos o materiales desde el profesional hacia la comunidad. Es preciso dejar de actuar con recetas preconcebidas y enrumbar al hombre hacia la búsqueda de sus capacidades.
Otro elemento ausente, con frecuencia, es que el protagonismo colectivo es sustituido por las concepciones del grupo promotor, afectando así la real participación de la población y la efectividad la eficiencia de los proyectos. Cada miembro de la comunidad debe sentir que está resolviendo problemas comunitarios y sentir que está resolviendo problemas, necesidades personales, como sentirse importante, escuchado, estimulado etc.
Aunque todo esto atenta contra la participación comprometida en los proyectos de trabajo comunitario, debemos evitar caer en generalizaciones, como si la realidad fuera homogénea pues si bien es cierto la existencia de aspectos positivos, las potencialidades que existen que permiten desarrollar verdaderos proyectos de trabajo comunitario.
Ilustrar lo anterior es fácil. Dada la estructura social de nuestras comunidades y la existencia de órganos de gobiernos locales es absolutamente factible diseñar colectivamente proyectos de trabajo comunitario; se cuenta también con una población instruida, existen además espacios y mecanismos para la participación comunitaria en las organizaciones de masas y sociales, otro aspecto positivo es el alto nivel profesional de nuestros educadores.
No es posible dejar de mencionar que sobre todo existe el compromiso revolucionario por salvar nuestras conquistas y resolver los problemas que ha engendrado el bloqueo económico a nuestro país y la coyuntura internacional: todo con nuestros propios esfuerzos, con el trabajo en esos pequeños espacios.
Son las comunidades donde la participación activa y comprometida de sus miembros generaría progreso económico y social por toda la comunidad.
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