Te guardé en mi corazón
Por: Grabiel Peña González.
Querido amigo, disculpa que te llame amigo, sin conocerte personalmente, pero así lo siento, ya que he oído tanto de ti…
Más allá de lo alcanzable entre el manto azul y el gris intenso del viejo central, una paloma se desplaza con ligereza; abajo un adolescente que escribe poemas, desafía a la muerte y cultiva la amistad, percibe su vuelo libre y piensa en un lejano lugar donde tiene un amigo especial.
Hace más de tres año, empecé una amistad por correspondencia con un hombre de excelentes cualidades, un hombre todo historia.
Con su ardiente pluma Dányer Serrano Escalona cruzó el Atlántico y abrazó para siempre a quien hoy alienta sus pasos.
“Me llegaron tu carta y tu poema llenos de patriotismo, de solidaridad y belleza. Al leer sobre ti, te sentí mi amigo entrañable, te vi como un ejemplo a seguir y te guardé en mi corazón como a un hijo. Cuídate, sigue estudiando y creando”.
Estoy muy orgulloso, es un gran honor para mí que te sientas mi amigo y me hayas guardado en tu corazón como a un hijo, te admiro por tu fuerza y valor de luchar…
“Te respondo con breves líneas pero con aprecio infinito para hacerte saber que tu hermosa y fraternal carta de junio me llegó, cuida de tu salud”.
Tengo un solo ojo útil, un soplo en mi corazón, soy asmático crónico y me han operado dos veces de una malformación congénita; pero ello no ha sido un obstáculo ni hacen de mi un adolescente tímido o retraído…
“Mi hijo mayor, también sufría de asma en la infancia, ya lo ha superado casi totalmente, tú también lo lograrás. Sigue las instrucciones del médico y mantén esa voluntad de vencer como la del Che, tu amigo. Tony”.
Bien sabe Dányer Serrano Escalona, que cada palabra de Antonio Guerrero Rodríguez encierra ternura paternal por eso repasa una y otras vez las cartas que ha recibido del Héroe y las guarda con el mismo celo que conserva un libro de Martí.
Juicio Final
Es posible
que al final
de este juicio
sin juicio
alguien
va a sonreír
repleto
de sus flaquezas escondidas
de su vergüenza a la altura de la sombra
de su ira perfumada
de su miedo al silencio
de su poder exagerado
de su insomnio de injusto.
Yo en cambio
seguro
cualquiera sea
el final
de este juicio
con juicio
voy a sonreír
a dormir
y a soñar.
Antonio Guerrero Rodríguez.
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