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Crece la pasión

Crece la pasión

Por: Grabiel Peña González.

Corría el año 2001, un puñado de muchachas y muchachos ejercitaban el cuerpo y la mente en el parque José Martí, de Puerto Padre, lejos estábamos de sospechar que aquella práctica denominada Wushu, apasionaría a niños, adolescentes, jóvenes y adultos del territorio.

Lo que fue un pequeño conjunto de practicantes hoy es una gran escuela, única de su tipo en la provincia de Las Tunas, con matrícula superior a los ciento treinta afiliados de todos los grupos de edades.

Hoy, cualquier puertopadrense puede distinguir entre las danzas del Dragón, los Leones o los Abanicos; de igual manera se identifican estilos y armas de combate oriundos del viejo continente.

La magia, el embrujo, el encanto, es responsabilidad de ellos, solo de ellos: niños uniformados, cuya diminuta figura simulan ejércitos de guerreros en miniaturas.

Junto a los infantes, esas otras personas, desgastadas ya por la fuerza de los años pero que nos siguen pareciendo gigantes de alma y espíritu, incansables viajeros de la vida llevando a cuestas la pesada carga de sabiduría y empeño, demostrada con creces en cada exhibición en público o en el apartado y silencioso escenario de entrenamiento.

Entre niños y adultos, están los jóvenes, quienes le imprimen vigor y energía al espectáculo; allí, instruyendo, educando se les puede ver, unidos en el amor de pareja y la actividad física deportiva, sus nombres son tan sencillos como ellos mismos, Yaima Justo Velázquez y Carlos Alberto Rodríguez Cordoví, graduados de la Escuela Nacional de Artes Marciales Chinas, comparten el conocimiento con aquellos convencidos de que el Wushu es “Salud y Vida”.

Mientras existan personas dispuestas a ofrecer su testimonio como Francisco Alberto Sans Casadevall, afectado de Espondilitis anquilosante o anquilopoyetica, enfermedad que le deparaba una silla de ruedas a sus 46 años de vida, y cuya práctica de Wushu le permite ahora volver a montar bicicletas y valerse por si mismo.

Mientras existan mujeres como Lianné Yero González, de solo 19 años de edad, operada de un Linfoma de HoKin en la región abdominal y víctima de Asma Cardiaca Crónica, dolencias de las que se ha recuperado visiblemente desde que trabaja el Tai Chi Chuang.

Mientras existan niños, adolescentes, jóvenes y adultos aquejados de hipertensión arterial, patologías circulatorias, respiratorias, disfunciones sexuales,… con ansias de vivir para abrazar el futuro, continuará creciendo el interés por la práctica de las Artes Marciales Chinas, en Puerto Padre y con ella el cultivo y acercamiento a la milenaria cultura oriental.

 

 

 

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